No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento
La Biblia nos dice que el pecado entró en el mundo por la desobediencia de Adán. Como resultado, su pecado fue imputado a todos sus descendientes, incluyéndonos a nosotros. Todos estamos condenados a la ira de Dios porque el pecado nos separa de Él (Romanos 5:12).
En los días de Jesús, los líderes religiosos no veían la verdadera profundidad de su pecado. Señalaban con facilidad a otros —cobradores de impuestos, prostitutas, marginados— etiquetándolos como “pecadores”. Por eso, cuando los fariseos vieron a Jesús, un maestro justo (Rabí), sentado a la mesa con ese tipo de personas, quedaron escandalizados. Para ellos, la santidad significaba separarse de los pecadores.
Este es el problema de la religión: produce una idea de auto justicia basada en obras o acciones externas. Perdemos de vista el evangelio de la gracia. La religión ciega a la realidad de nuestra muerte espiritual, nos enseña a compararnos con otros, a medir nuestra bondad por reglas externas y a confiar en nuestras obras. Pero hay buenas noticias, y esto es lo que Jesús respondió a los líderes religiosos —y es también la respuesta para nosotros hoy—:
Lucas 5:30–32 (NBLA)
30 Y los fariseos y sus escribas murmuraban contra los discípulos, diciendo: «¿Por qué comen y beben con los recaudadores de impuestos y pecadores?».
31 Respondiendo Jesús, les dijo: «Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos».
32 «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento».
Jesús no vino a salvar a los que se creen perfectos o justos; vino a salvar pecadores. Cuando habla de los «enfermos», se refiere a la enfermedad espiritual del pecado. Todos tenemos pecado y todos debemos buscar su perdón y su gracia. Recibir esta gracia gratuita es volvernos del pecado en arrepentimiento para ser reconciliados con Él y ser revestidos con la justicia de Cristo. Cristo no vino para gente perfecta; vino a salvar a los que han caído cortos de la gloria de Dios: a todos nosotros.