La ira de Dios permanece sobre el que no obedece al Hijo

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él” - Juan 3:36, NBLA

Hay muchos versículos que hablan de la ira de Dios, principalmente en el Antiguo Testamento. Sin embargo, uno del Nuevo Testamento destaca con fuerza: Juan 3:36. Para dar un poco de contexto, los discípulos de Juan el Bautista vinieron a él preguntándole por Jesús. Juan respondió con muchas verdades, y concluyó su descripción de Jesús con este versículo, que es el clímax de la sección y la respuesta a lo que preguntaban sobre Él.

Al examinar de cerca este texto, vemos la palabra «cree», pero en la sección intermedia leemos «obedece». Sabemos que muchos creen; todos podríamos conocer a personas que dicen creer; pero aquí «creer» está conectado a «obedecer al Hijo». Entonces preguntamos: ¿es creer una parte, pero obedecer un requisito? Sí. En otras palabras, debemos seguir al Hijo (Jesucristo). Si de verdad creemos, entonces obedecemos y lo seguimos. Si hacemos esto, veremos la vida; de lo contrario, «la ira de Dios permanece».

¿Qué es esta ira de Dios? Es el juicio para todos los que niegan esta verdad. El juicio es que quienes permanecen en su pecado y han rechazado al Hijo (Jesucristo) están condenados a una separación eterna de Dios.

Pero Dios ha abierto un camino para no permanecer bajo su ira. El apóstol Pablo nos dice que no hay condenación para los que están en Cristo (Romanos 8:1). Vayamos a Él y seamos reconciliados; en Cristo se nos ofrece su gracia eterna gratis a todo que se arrepiente y se aparta del pecado.

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