La Biblia revela la naturaleza y el carácter de Dios. La omnisciencia es uno de sus atributos divinos. Su conocimiento infinito de las cosas pasadas, presentes y futuras se evidencia en la historia de la redención. Para Dios no hay límites de tiempo ni límites de conocimiento; Él es omnisciente, eterno, inmutable y soberano. Nada está oculto de Él.

En la encarnación, los discípulos de Jesús fueron testigos de la omnisciencia de Dios. En Juan 1:43-48, Felipe le dice a Natanael que el Mesías está aquí. Natanael va a encontrarse con Jesús y se sorprende de que Jesús parece saber quién es, lo que lo lleva a preguntar: “¿Cómo es que me conoces?” Jesús responde diciéndole a Natanael que antes de que Felipe le hablara del Mesías, Él lo vio bajo la higuera, revelando así el carácter omnisciente de Dios.

En la historia de Natanael vemos revelado el conocimiento supremo de Dios. Pero hay dos historias adicionales que nos muestran que el atributo omnisciente de Jesús es más que conocer a una persona por su nombre: Él conoce el corazón del hombre. En Marcos 2:8, cuando Jesús confronta a los escribas, vemos que Él conoce las preguntas en los corazones de los escribas sin que ellos las pronuncien. Otro ejemplo se encuentra en Juan 6:61, cuando Jesús conoce la murmuraciones en los corazones de sus discípulos. Estos son algunos ejemplos que revelan la diferencia entre nuestro conocimiento limitado y la omnisciencia de Dios. Dios conoce lo más íntimo del corazón del hombre.

David conocía muy bien esta característica. En el Salmo 139 clama al Señor para que lo escudriñe porque sabe que Él lo conoce; aun antes de hablar, Dios ya lo sabe “todo.”

A lo largo de la Biblia vemos el carácter omnisciente de Dios en acción, revelándonos que nada está oculto de Él. Nuestros pensamientos y los secretos de nuestro corazón son vistos por el Señor; para Él son como un suspiro (Salmo 44:21, Salmo 94:11). Aquellos pensamientos pecaminosos que creemos desconocidos por los demás son vistos por Dios.

En el día del juicio, estos pensamientos ocultos serán revelados y conocidos. En ese día, Dios sacará a la luz toda la injusticia del hombre —aquellos que no guardaron su corazón para el Señor. Mateo 10:26 dice que no hay nada encubierto que no haya de ser revelado. ¡Pero hay buenas noticias! Dios nos ha dado Su justicia por la obra expiatoria de Jesucristo. En aquel día, el Señor separará a Sus escogidos. Los que han nacido de nuevo por la fe solamente en Cristo solamente entrarán a la eternidad con Él, mientras que aquellos que persisten en su incredulidad y rechazan Su gracia serán enviados a una separación eterna de Dios.

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